Apuntes sobre la historia de la bandera roja

Historia

La bandera roja ha sido y es el símbolo del movimiento obrero de signo socialista y comunista. Intentemos hacer un poco de historia de cómo llegó a serlo.

 

Aunque la bandera roja nace como símbolo en la Revolución Francesa, al parecer, ondeó una bandera de este color en Londres durante una revuelta de marineros. En todo caso, nos vamos a centrar en Francia. Y, para empezar, la bandera roja no nació como símbolo revolucionario, sino de todo lo contrario. Así es, en octubre de 1789, la Asamblea Nacional aprobó una ley que establecía que en caso de disturbios se desplegaría una bandera roja como aviso para la intervención de la fuerza para reprimirla. Y así ocurrió el 17 de julio de 1791 cuando se ondeó a la cabeza de la Guardia Nacional en la conocida como Masacre del Campo de Marte.

Pero el caso de la bandera roja es muy interesante porque determinados sectores populares y radicales en la propia Revolución en Francia comenzaron a usarla para subvertir su significado, asociado a la represión. En todo caso, no parece que tuviera un recorrido muy largo este propósito. Al terminar el proceso revolucionario con Napoleón el rojo como símbolo exclusivo desapareció.

La bandera roja reapareció en la Revolución de 1830. La Monarquía de Luis Felipe de Orleáns adoptó la bandera tricolor, pero la desilusión temprana de los sectores obreros y más radicales con un sistema político que no avanzaba, hizo que también buscaran sus propios símbolos, y el rojo volvió a estar en las protestas populares, aunque, al parecer, también el negro, algo que importará luego mucho al anarquismo. Esta profusión del rojo provocaría que el poder reaccionara asociando el color al terror revolucionario.

Un momento clave en la historia de la bandera roja no podía dejar de asociarse con la Revolución de 1848, con un contenido social y democrático muchísimo mayor que en 1830. Cuando se proclamó la República la bandera roja acompañó a la tricolor en lo alto del Ayuntamiento de París. Los revolucionarios más radicales querían que fuera la bandera del nuevo régimen político, pero Lamartine reaccionó considerando que no podía adoptarse como tal porque había sido un símbolo de enfrentamiento entre ciudadanos franceses y, en consecuencia, no podía ser un símbolo de concordia. La bandera roja había servido para el combate, pero ya no. Además, al parecer, también expuso que la tricolor había ondeado victoriosa por media Europa, en alusión a Napoleón, frente a la bandera roja que solamente había ondeado en “medio del barro y la sangre”, en relación con lo que había ocurrido en el Campo de Marte. Lamartine venció, pero el gran revolucionario Blanqui vaticinó que si se arriaba la bandera roja los obreros serían aplastados. Profético fue, ya que después de las jornadas de Junio la Segunda República se encaminó hacia una verdadera deriva conservadora que culminaría en el Segundo Imperio de Napoleón III.

Mientras esto ocurría en Francia, al otro lado del Canal de la Mancha, el cartismo había adoptado años antes el color verde hasta que, al parecer, la cartista escocesa Helen Macfarlane, traductora al inglés del Manifiesto Comunista de Marx y Engels, defendió la bandera roja como un símbolo de emancipación y solidaridad.

También sabemos que Proudhon tuvo mucho que ver en la asociación de la bandera roja con la emancipación obrera, y en la internacionalización de la misma.

En este sentido, la bandera roja aparecería en la Asociación de los Trabajadores desde el momento de su creación en 1863. Después estuvo asociada a la Primera Internacional y la Comuna de París. Allí volvió a ondear en el Ayuntamiento de la capital francesa.

El primero de mayo, decisión de la recién creada Segunda Internacional, consagró definitivamente la bandera roja como un símbolo de la lucha de los trabajadores en el ámbito socialista. Después sería imprescindible en la Revolución Rusa.

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