Dionisio Correas y la fe en la educación popular en 1923. I

Historia

Regresamos a uno de los maestros más destacados, a pesar de seguir siendo poco conocido, del universo histórico socialista, Dionisio Correas, y al que ya hemos prestado mucha atención en estas páginas, aunque nunca es suficiente. En este caso nos detenemos en su defensa de la “educación popular” en el mes de octubre de 1923.

 

La tesis de Correas era que todos los avances que se habían producido en la educación del pueblo tenían una raíz democrática, hasta el punto de poder afirmar que el triunfo de la democracia en la vida de los pueblos y el progreso escolar eran hechos correlativos. Precisamente, en esta primera parte estudiamos esa interpretación histórica, para en la segunda centrarnos más en la situación presente cuando Correas escribió.

Como buen maestro hacía un recorrido histórico para demostrar su afirmación. En primer lugar, la Reforma protestante, al proclamar el libre examen, habría entregado al pueblo la facultad de interpretar los textos bíblicos, una prerrogativa que hasta entonces solamente disfrutaba el clero. Eso provocaría, en consecuencia, la necesidad de difundir entre las clases más humildes la enseñanza primaria.

Por su parte, la Contrarreforma, en su lucha por batir al protestantismo también en el ámbito escolar, promovió la creación de las escuelas jesuitas, calasancias y salesianas. Si las primeras eran aristocráticas, populares serían las segundas. La Enciclopedia en el siglo XVIII y la Revolución francesa, después, pretendían hacer descansar las funciones de gobierno en la voluntad popular, y como ello requería una profunda instrucción de las masas se preocuparon de la escuela primaria. De la Revolución nacería la base de la escuela democrática, de la escuela nacional posterior, siempre en opinión de Correas.

Así pues, para nuestro maestro el Renacimiento, la Reforma y la Revolución habían sido determinantes para la formación de la escuela moderna, superando lo que había sido la enseñanza en la Edad Media, patrimonio exclusivo de la Iglesia.

Durante el siglo XIX, el progreso industrial y la concentración capitalista exigieron de las clases trabajadoras una preparación profesional en relación con el progreso tecnológico y económico. Los burgueses más liberales, más “inteligentes” vincularon el progreso económico de sus países con el fomento de la escuela primaria y profesional, como lo atestiguarían los casos inglés, francés, belga o alemán. La tesis de Correas tenía su segunda cara. Si por un lado había afirmado, como hemos visto, que el progreso escolar había marchado paralelamente al de las ideas democráticas, no parecía menos cierto que la historia de la reacción se había caracterizado por las resistencias a todo intento de reforma en la educación popular.

Seguiremos.

Nuestra fuente ha sido el número 4577 de El Socialista, del día 10 de octubre de 1923.

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